En los últimos meses han aparecido autores, académicos y profesionales que han manifestado su convicción hacia un hecho que, si bien es más que dudable, invita a la reflexión y al análisis: La “sustitución” o “muerte” de la Responsabilidad Social Empresarial, que quedaría reemplazada por el concepto de Reputación Corporativa. Según estos autores, la RSC habría dado paso a un concepto mucho más amplio: el de la Reputación.

En términos conceptuales y semánticos, es necesario tener en cuenta que RSE y RC no son campos excluyentes: La RSE ayudará a conseguir el posicionamiento deseado en RC. Es decir, la RSE aporta a la Reputación de las compañías.

Por Responsabilidad Social Empresarial entendemos, siguiendo la propia definición de la OIT, el conjunto de acciones que toman en consideración las empresas para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad y que afirman los principios y valores por los que se rigen, tanto en sus propios métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores (Stakeholders). La RSE es una iniciativa de carácter voluntario.

Por Reputación Corporativa entendemos el reconocimiento que los stakeholders de una compañía hacen de su comportamiento corporativo a partir del grado de cumplimiento de sus compromisos con relación a sus clientes, empleados, accionistas si los hubiere y con la comunidad en general. La Reputación Corporativa se gana en base al trabajo sostenido en el tiempo, a la anticipación, y mediante un plan previamente definido y establecido en consonancia con todos los grupos de interés de la empresa.

En ambos conceptos, el papel central que tienen los Stakeholders se convierte en una variable crítica: Tanto la RSE como la RC tienen que ver con el comportamiento de las empresas hacia sus grupos de interés.

La Responsabilidad Social Corporativa es una dimensión crítica que influye directamente en la Reputación Corporativa. Un plan estratégico de RSE, respaldada por una política de comunicación efectiva y eficaz que haga partícipe de este plan a todos los Stakeholders de una compañía, es fundamental para lograr una buena reputación –un término que va mucho más allá que el de imagen. Y es que la Reputación Corporativa debe partir de la satisfacción de las expectativas de todos los grupos de interés de la empresa, condición sine qua non para que ésta sea positiva y, por qué no, óptima.

Recordemos que el triple bottom line de la RSE abarca a todos los grupos de interés posibles de una compañía: Economía (accionistas e inversionistas), Medio Ambiente (gobiernos, autoridades y los propios consumidores) y Sociedad (la comunidad, los colaboradores). Por tanto, gestionar adecuadamente esa triple cuenta de resultados de la Responsabilidad Social; contar con indicadores de progreso y desempeño adecuados, y mostrar avances en ellos; dar a conocer estas políticas mediante un plan estratégico de comunicación a medida; y, en definitiva, ser una empresa socialmente responsable (con todo lo que ello conlleva) ayudará a conseguir, en términos reputacionales, el posicionamiento deseado para nuestra compañía, con todos los beneficios que esto supone.

Equipo de RSE de LLORENTE & CUENCA