No, no lo hemos hecho bien

Reflexiones desde la admiración a la cooperación

Para empezar, siendo -como no – transparente, diré que Oxfam siempre ha sido un referente. A pesar de ser un gigante de la cooperación supieron adaptarse a los nuevos tiempos, modernizar su imagen, integrar lo social con lo ambiental y ofrecer una visión positiva y empoderada de sus usuarios, antes de que fuera tendencia o casi una obligación hacerlo. Cuando leí sobre el escándalo de Haití, mi primer instinto fue buscar casi una justificación: “las organizaciones son personas y es muy difícil controlarlas a todas; hicieron bien al expulsarles”.

Por desgracia, no es tan sencillo y no, no lo hemos hecho bien. Al menos no lo hemos hecho de la mejor manera posible, que es lo que debemos exigir a una entidad como Oxfam, que ostenta el liderazgo social para combatir injusticias como la pobreza o la desigualdad de género, entre tantas otras.

No quiero perderme en detalles que probablemente todos conocemos. Descubrieron un escándalo que implicó a sus directivos en acoso y comportamiento sexual ilegal, les dejaron dimitir o expulsaron y realizaron una comunicación parcial de lo ocurrido. Pusieron un parche y dejaron que los responsables siguieran poniendo en riesgo a mujeres – puede que niñas – y dañando gravemente la reputación y credibilidad de un sector que es fundamental, no para la economía sino para la sostenibilidad y la justicia social en todo el mundo.

Reflexiones desde la admiración al periodismo

Para empezar, siendo -como no – transparente, diré que The Times siempre ha sido un referente. La función del periodismo es precisamente desvelar y denunciar comportamientos como los ocurridos en Haití sin importar cómo de poderoso es el afectado. Y, sin embargo, no siento que lo hayan hecho bien, al menos no de la mejor manera posible.

Son tiempos extraños para la comunicación donde prima el titular, el clic y dar de que hablar. La noticia de The Times cumple todos estos principios. Periódicos de todo el mundo la han reproducido y ha generado miles de comentarios, algunos dolorosamente virulentos contra las organizaciones de la sociedad civil. Medios reconocidos han llegado a insinuar que las organizaciones de pedófilos se están dirigiendo hacia la cooperación para poder actuar a sus anchas.

En esta marabunta de información visceral, nadie pone el foco en qué están haciendo las organizaciones sociales para evitar estas situaciones: códigos deontológicos y mecanismos de control mucho más exigentes que en otras entidades privadas. Supongo que hubiera generado menos clics titular “Oxfam mejora su control interno después de que sus directivos en Haití pagaran a supervivientes por sexo” o “Oxfam expulsó a su equipo directivo de Haití por pagar a supervivientes por sexo”. Sin embargo, los resultados de este control son evidentes: Oxfam, compuesta por cerca de 28.000 personas, despidió a 20 empleados o voluntarios por diferentes tipos de acoso en 2017.

Personalmente, he decidido seguir apoyando a Oxfam – como a otras entidades de la sociedad civil – y al periodismo independiente. Son dos pilares fundamentales de nuestra democracia que, como todos, necesita mirar en retrospectiva, reconocer dónde están fallando y seguir trabajando para actuar de la mejor manera posible.

Alba Herrero
Consultora de RSC y Fundaciones corporativas en LLORENTE & CUENCA
Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid, Máster en Comunicación Social, Cambio Social y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid y experto universitario en Gestión Directiva de Organizaciones No Lucrativas por la UNED. Ha trabajado en comunicación de la RSE para empresas como Ferrovial y Coca-Cola y comunicación, gestión de proyectos y relación con empresas para varias entidades del Tercer Sector, como Fundación Dreamtellers o Amigos de los Mayores.