Finalmente ocurrió lo que muchos temían y algunos no querían creer: Donald Trump anunció la salida de EE.UU. del histórico acuerdo de París. Un acuerdo que logró emocionar al mundo al unir a la comunidad global frente al cambio climático.

Sólo Siria, sumida en una profunda guerra civil, y Nicaragua, que consideró el acuerdo poco ambicioso, no apoyaron este marco internacional. Un exiguo club al que ahora se une una de las mayores potencias económicas del mundo y el país que emite el 15% de las emisiones de CO2.

Las portadas de todo el mundo han amanecido teñidas de preocupación por este gesto que pone en riesgo el objetivo de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados centígrados respecto a los niveles pre-industriales.

Portada Der Spiegel de Noviembre de 2016

Sin duda, la mayor preocupación está en las sedes de las grandes empresas estadounidenses, que han visto cómo su presidente pone en riesgo, no sólo años de trabajo y compromiso con el medio ambiente sino también su reputación -que tanto cuesta ganar- como empresas medioambientalmente responsables.

No es de extrañar que hayan presionado hasta el último momento para que su país se mantuviera fiel a sus compromisos. El mismo día que EE.UU. anunciaba su salida del acuerdo, 25 grandes empresas firmaron una carta dirigida a Donald Trump en la que defienden que el acuerdo de París reforzará la competitividad, creará crecimiento económico y nuevos empleos y reducirá el riesgo de hacer negocios. Entre los firmantes estaban representantes de las empresas tecnológicas como Apple, Google, Intel o Microsoft, pero también del sector energético (BP, Schneider Electric o Shell) o del gran consumo (Unilever y Wallmart).

En EE.UU., como en el resto del mundo, el sector privado lleva años implicado en la imparable transición hacia una economía baja en carbono. Un centenar de empresas estadounidenses se unieron a la American Business Act on Climate Pledge, impulsada por la administración de Obama. Entre ellas, empresas como Coca-Cola, que se ha comprometido a reducir un 25% sus emisiones antes de 2020, General Motors,  Kellogg’s o  McDonald’s.

Impacto en las empresas españolas

No cabe duda de que la decisión de Donald Trump tendrá efecto también para las empresas españolas. Especialmente para aquellas con mayor presencia en EE.UU.

En el sector petrolero, Repsol está integrada en la OGCI (Oil & Gas Climate Initiative), una iniciativa que agrupa a una decena de las principales compañías petroleras y que tiene el compromiso de luchar contra el cambio climático. La española ha adquirido el compromiso de reducir sus emisiones en un 25% de cara a 2020. Iberdrola, por su parte, estima que en 2030 alcanzará una reducción de las emisiones del 50% respecto a 2007, y ser neutra en carbono en 2050.

Endesa, también prevé esa neutralidad en 2050, así como reducir sus emisiones de CO2 el 47% para 2020 y el 61% para 2030.

También Inditex tiene un compromiso energético en cuanto a la reducción de intensidad energética y de uso en tiendas. En el sector bancario, Santander tiene previsto reducir las emisiones en un 9% para 2018. Y así, una larga lista.

Apuesta por las energías limpias

La respuesta no se ha hecho esperar

La decisión de Trump rompe con el camino que el sector privado y la sociedad civil han decidido recorrer. El presidente hizo valer su famoso “América primero” para argumentar que el pacto global de 2015 es «muy injusto» con Estados Unidos y que penalizará su economía. Sin embargo, son muchas las voces que argumentan que no es una buena decisión de negocio. EE.UU. se aísla, introduce incertidumbre sobre las inversiones y pierde las oportunidades de innovación y nuevos negocios vinculadas a la transición hacia un nuevo modelo.

Cristina Monge, directora de Conversaciones de ECODES ha sido contundente en su análisis: “Trump incapacita a EE.UU. para ejercer un liderazgo internacional”. La organización ha hecho un llamamiento a la Unión Europea para que lidere una red global de actores políticos, sociales y económicos por la Agenda 2030, incluyendo también a todos aquellos Estados, empresas o entidades de la sociedad civil estadounidense que no quieran bajar del tren de la Historia.

Fiel a su estilo, esta decisión de Trump introduce más dudas que certezas ¿Puede realmente sacar a EEUU de París? ¿Cómo se hará efectivo? Cualquier país que haya ratificado el Acuerdo de París, como es su caso, no podrá denunciarlo y solicitar su salida del mismo hasta tres años después de su entrada en vigor. ECODES llama la atención sobre el hecho de que, esta vez, el calendario juega a favor del planeta: estas condiciones se cumplirán en noviembre del 2020, precisamente un día después de las próximas elecciones presidenciales de EE.UU.

Sea cual sea el resultado final, es necesario que emerjan con rapidez líderes empresariales que refuercen su compromiso con la sostenibilidad ambiental, como han hecho ya empresas como BP, Tesla o Disney.

Poco después del anuncio de Trump, Bob Dudley, Chief Executive Officer de BP, declaró en Bloomberg que si EE.UU. sale del acuerdo de París, necesitará desarrollar nuevas políticas medioambientales para apoyar la transición a una economía baja en carbono.

Por su parte, el consejero delegado de Tesla, Elon Musk, anunció en Twitter su salida de los consejos de asesores del Gobierno que el presidente estadounidense creó poco después de llegar al poder.  Robert Iger, CEO de la icónica Walt Disney no ha tardado en repetir este gesto. Twitter como viene siendo habitual ha protagonizado gran parte del debate. En España la conversación en torno al Acuerdo de París ha sumado 40.000 menciones en esta Red Social en apenas un día.

La hora de comunicar en verde

La acción de estas empresas no puede quedarse en una declaración aislada. Las políticas y los compromisos de las compañías serán miradas cada vez más en detalle para ver si, pese a la decisión de Donald Trump, mantienen, reducen o fortalecen esos compromisos.

Ahora es más fundamental que nunca que las marcas se posicionen abiertamente en el ámbito del cambio climático y que den a conocer su posición. Medir resultados, establecer compromisos y dar a conocer el impacto de las medidas implantadas contra el cambio climático, serán aspectos todavía más determinantes para garantizar su licencia social y mantener su reputación ante un ciudadano cada vez más comprometido.

Aquellas compañías que se anticipen a comunicar abiertamente su posición, y por supuesto las que movilicen a los ciudadanos para que también aporten en esta dirección, serán aquellas que obtendrán un plus de diferenciación. Hoy más que nunca, se buscan empresas candidatas para liderar la lucha contra el cambio climático.

Escrito por
Carolina Pérez, Gerente de RSC y Fundación Corporativas en LLORENTE & CUENCA
Macarena de la Figuera, Consultora Senior de RSC y Fundación Corporativas en LLORENTE & CUENCA
Alba Herrero, Consultora de RSC y Fundación Corporativas en LLORENTE & CUENCA
Equipo de RSE de LLORENTE & CUENCA